Publicado el 18 de enero del 2011 en El Economista.
El texto surgió justo cuando Steve Jobs anunciara que dejaría el cargo de CEO para dedicarse enteramente al cuidado de su salud. No tardaron en llover los tweets, blogs y comentarios en toda la prensa aludiendo a un hipotético mundo sin Jobs… no sabíamos que pocos meses la profecía se convertiría en realidad, aún cuando en el fondo todos reconocían que su despedida final no estaba muy lejos…
Sí, una opinión más a la oleada intensa sobre el tema de Steve Jobs. Sólo una advertencia: si es fan, fan, fan, pero deveras fan de este personaje, esto puede molestarle.
He visto a Steve Jobs cuatro veces en toda mi vida. No he hablado con él. No he estrechado su mano. Tampoco lo he entrevistado. La leyenda urbana dice que sólo han sido 10 periodistas, casi todos estadounidenses, los que han tenido charlas personales con él.
Pero aún así, he estado cerca de esa adrenalina casi sagrada que lo acompaña. Y es justamente “eso”, lo que no creo que nadie podrá recrear jamás. Es lo que lo ha convertido en inmortal.
Me explico.
Asistir a una conferencia de prensa en donde se sabe estará Steve Jobs es, para los periodistas, un momento bastante peculiar, por no decir, surreal.
En primer lugar, la gran mayoría de quienes reportean a Apple y son invitados a las conferencias de prensa en San Francisco, California –difícilmente Steve Jobs hace presentaciones o da charlas fuera de esta ciudad, salvo que sea en universidades—son mega fans de la empresa. No sólo fans, sino MEGA fans.
Además de que son usuarios de Apple, sienten una ferviente admiración por Jobs y se han autonombrado evangelizadores de la marca… ¡Ay de aquél que ose en criticar a Jobs o cuestionar algo que haga Apple, pues será golpeado por la indiferencia de sus colegas!
Esto explica por qué, antes de iniciar un encuentro, se sienta una “vibra” especial. Siempre me hace sentir como si estuviera a punto de entrar a un estadio, haciendo filas horas y horas, para presenciar el concierto de un artista al que he querido ver desde hace años.
Y es que en lo que se espera la indicación para entrar a la conferencia, prácticamente todos los periodistas parecen hablar de Steve Jobs (me incluyo). Todos presumen cuán expertos y conocedores son de la marca y sus productos. Y sí, “casi” todos los asistentes, cubren el evento con tecnología Apple (no siempre aplico)… ¡Ay de aquel ignorante, que llegue con una PC para enviar su nota! Recibirá la mirada castigadora de sus colegas y no se escapara de algún regaño evangelizador.
Pero esto sólo es el principio. Una vez adentro, apenas aparece Steve Jobs en el escenario, la locura se vuelve inminente. Todos los asistentes, casi sin excepción, se levantan a aplaudir. Se abrazan. Enloquecen (no me incluyo). Sólo he presenciado una adoración similar: cuando vi al Papa Juan Pablo II, en una de sus muchas visitas a la Ciudad de México.
Cualquier palabra, anuncio o gesto que haga Steve Jobs durante dicha conferencia, es ovacionado con aplausos que duran minutos laaaargos. En los encuentros de Apple no hay periodistas incómodos, en buena medida porque no suele hacer sesión de preguntas y respuestas al final de las charlas y porque la marca “escoge” quien lo cubrirá. Todo es perfecto.
¿Suena exagerado? Steve Jobs no sólo es una de las figuras más mediáticas de la historia. Es también uno de los CEOs con mayor influencia en el mercado.
Si por error o voluntad provocadora se le ocurriera en este momento poner en Twitter o Facebook algún comentario negativo –o quizás sólo poco adulador—acerca de Apple y Steve Jobs, comprenderá la fuerza del fan, fan, fan, pero deveras fan de Apple. “Algo” de lo que no creo podrá presumir ninguna marca.
Aclaro. Soy usuaria potencial de la marca. Y en muchos aspectos, encuentro admirable la labor de Steve Jobs. Pero sin duda, el fanatismo hacia el personaje no deja de recordarme los tiempos bíblicos cuando se hablaba de la llegada del Mesías y todos adoraban al que más se le parecía…
No imagino, como muchos, a Apple sin Steve Jobs. No creo siquiera que pudiera sobrevivir un año sin él. Y no lo creo simple y sencillamente porque los fans, fans, no tendrían ya a quien adorar.
Espero al igual que muchos, que regrese pronto al mercado y siga sacándole ampollas a todos aquellos, que también son muchos, que lo aborrecen con sinceridad.
Después de todo, Steve Jobs tiene algo que pocos pueden presumir: provocar que lo ames o lo odies, pero que nunca dejes de hablar de él… Aquí la prueba.
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